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Mientras todos sus compañeros diseñadores en Italia soñaban con diseñar carros o muebles, Simone Rebaudengo soñaba con crear una silla que bailara. “En realidad” dice él “la silla ni siquiera me interesaba, lo que yo quería era crear un objeto que pudiera disfrutar de la música”. No sabemos a ciencia cierta si logró cumplir este sueño, pero lo cierto es que este le sirvió para trabajar con lo que verdaderamente deseaba: “Yo quería que los objetos se movieran y tuvieran vida”.

Por eso no resulta extraño, mucho menos sorpresivo, que haya coescrito, junto con Joshua Noble, un libro de fábulas llamado Everything is Someone en el que hay aspiradoras que compran otras aspiradoras, o un niño que sueña con ser una tabla de madera, o una montaña que se convierte en presidente. El futuro, parece enseñarnos Simone y Joshua, es una aventura de la creatividad.

Con eso en mente, leímos el libro y buscamos a Simone. Le escribimos un mail. Lo buscamos en LinkedIn. Lo encontramos y lo entrevistamos para hablar sobre su trabajo y Everything is Someone.

Háptica: El diseño de futuros es una herramienta que proyecta, tanto así que, casi cinco años atrás, usted ya estaba preguntándose cómo los tapabocas o máscaras podían incorporarse dentro de la realidad diaria de las personas con un proyecto que llamó The Unmask. ¿Cómo se siente saber que hoy en día, eso que pensó antes y que diseñó, está sucediendo?

S: De muchas formas es malo. Lo que pasó fue que yo fui a China y me impresionó mucho que por la cantidad de polución las personas estaban usando máscaras o tapabocas. También, en Asia, la gente las utiliza porque hacen parte de la cultura, como en Japón: si estás enfermo las usas para ser amable con los demás y así. Para ellos eso era lo normal, pero para mí fue tan raro, era un escenario que se me presentaba muy lejano y además me parecía que se perdían muchas cosas. Como por ejemplo: ir caminando por la calle y no poder ver las expresiones de las personas, saber si estaban bien, si estaban riendo, llorando y eso también hace parte de la ciudad.

Y claro, me impresiona saber que eso que hicimos atrás hoy en día está sucediendo y se convirtió en algo relevante. He pensado que debí haberlo hecho de nuevo, pues lo hice muy temprano, pero luego me convencí de que no importaba. Ahora está este señor de Estados Unidos que hizo básicamente lo que nosotros hicimos y lo puso en Twitter y como ellos siempre piensan en dinero, convirtió la idea en un emprendimiento. Para mí simplemente fue como: “Bueno, lo hice y estuvo divertido”.

H: Supongo que Everything is Someone también fue un ejercicio divertido. Para las personas que no conocen el libro, ¿les podría dar una sinopsis?

S: Es una colección de fábulas del futuro sobre humanos, objetos y todo lo que está entre estos dos. Es un poco como un Black Mirror escrito para niños. Entonces, así como la tecnología nos permite cada vez hacer más cosas, como que los objetos nos hablen, por qué no pensar en que esos mismos objetos pueden comprar cosas; también pensar en que los ríos y lagos empiezan a ser personas con derechos, como ya sucede en algunas ciudades del mundo. Básicamente, hablamos sobre distintas tendencias que ya están sucediendo y nosotros solo nos pusimos la tarea de ir un paso más allá y ver qué pasaba. ¿Qué pasa si un niño quiere ser una mesa de madera?, o ¿una aspiradora que compra otra aspiradora? O, por qué no, ¿qué pasa si una montaña se convierte en presidente? Todas estas tensiones que tenemos ahora y que en el futuro serán mucho más latentes y nos preguntaremos más qué significa ser alguien, ¿un objeto puede ser alguien?, y jugamos con esos escenarios, pero intentamos que no fueran tan oscuros, tipo Black Mirror. La verdad es que me gusta mucho hablar sobre el futuro e intentar que no sea de una forma oscura o negativa. Sin embargo, y a pesar de intentar que no fuera así, la realidad es que después de hacer las fábulas sí dijimos: ‘Mierda, el futuro se ve bastante mal’.

Foto tomada de https://www.vetroeditions.com/Everything-is-Someone

H: Desde nuestra perspectiva, las historias tienen momentos oscuros, pero en realidad son bastante positivas, cosa muy rara en la ciencia ficción…

S: La verdad es que a mí las distopías de ciencia ficción no me gustan tanto. Me gusta, por ejemplo, el realismo mágico de la literatura colombiana y hay mucho de eso en este libro. Generalmente, intento no ser muy oscuro y encontrar un balance, porque la mayoría del tiempo las personas suelen pensar sobre el futuro en los extremos y hablan sobre completas distopías y caos; u, otros suelen ser súper optimistas. Para mí, la realidad está en la mitad de esas dos y de ahí salen estas historias.

H: Suelen decir que no es buena idea convertir escenarios del diseño de futuros en cuentos o relatos de ciencia ficción. Con esto en mente, ¿por qué decidieron hacer este libro?

S: Claro, los escenarios no suelen ser ficción narrativa porque se centran en objetos particulares y no en contar una historia. Una historia de ciencia ficción necesita personajes, una línea argumentativa, desarrollo y ahí sí tienes un cuento. Eso para mí fue un reto y me llamó mucho la atención, porque pude decir: A la mierda, he hecho diseño de ficción por un tiempo largo y este se consume principalmente en galerías o en línea, y para que la gente lo viera igual necesitaba crear un video que tuviera una historia. Al final del día ya estaba creando historias, ahora solo necesitaba escribirlas.

H: ¿Cómo fue el proceso de cocrear la historia con Joshua Noble?

S: Fue muy orgánico. Básicamente Josh y yo hemos estado enseñando juntos mucho tiempo en Copenhague y hacíamos muchos proyectos juntos, varios de inteligencia artificial y objetos. Empezamos a hablarlo, dijimos que sería interesante escribir un libro entre los dos y así empezó la idea. Después empezamos a escribir algunas historias y a preguntarnos cómo podíamos hablar sobre ciertos temas de tecnología que nos llamaban la atención, pero sin hablar sobre la tecnología en el sentido estricto. Entonces, por ejemplo: en “El niño que quería ser una mesa”, el cuento es una discusión alrededor de la realidad virtual y la virtualización de uno mismo, o la idea de vivir en nuestros cuerpos, pero ser cosas totalmente distintas en el mundo virtual. Y la idea vino, no sé, vino de que yo siempre imaginé cómo se sentiría convertirse en una mesa y esa fue una idea que tuve conmigo muchos años.

Hace como cinco años yo quería hacer una compañía de las aspiradoras rumba y pensaba en qué pasaría si la primera aspiradora hacía la suficiente plata para comprar otra aspiradora y así, lentamente, se crearía toda una organización autónoma. Empecé a trabajarlo y me di cuenta de que era muy complejo y utilicé esa idea para escribir el cuento que se llama “La aspiradora que compró otra aspiradora”. Así fuimos aprendiendo en el proceso y siento que los cuentos son más sencillos de leer que, por ejemplo, una novela. Sin embargo, estamos trabajando ahora en una novela policiaca del futuro.

H: Ahora que habla sobre La aspiradora que compró otra aspiradora, perdón, tengo que preguntar esto: ¿están los nombres de los personajes inspirados en jugadores del Liverpool? Ya sabe, la primera se llama Virgil, la segunda Arnold y la tercera Rob…

S: (Risas) Sí y no. La verdad es que Josh estaba poniendo todos estos nombres raros a los personajes. La verdad es que no sé, habría que preguntarle. No puedo negarlo, pero tampoco… ¿si saben? Es información clasificada.

H: ¿Por qué decidieron escribir fábulas y no, qué sé yo, cuentos cortos?

S: Queríamos que las fábulas sirvieran como metáforas. Aunque, en realidad, no fuimos tan fidedignos al formato de las fábulas. Hay unas historias más largas que otras, unas están en primera persona, otras en tercera. Algunos cuentos son en el presente y otros en el pasado. Queríamos que fueran un poco funky y, al mismo tiempo, historias para niños, pero si somos sinceros no son para niños.

H:¿Qué tal si jugamos un juego? Yo nombro un cuento y usted lo define en una oración.

S: ¿En una?

H: Sí.

S: Listo.

H: Frank the Factory makes friends

S: Bueno, ese cuento es una forma muy sutil y amable de hablar sobre cómo la inteligencia artificial se apoderará del mundo.

Foto tomada de: https://www.vetroeditions.com/Everything-is-Someone

H: ¿Cree usted que la tecnología remplazará el trabajo humano?

S: Ese es un tema demasiado grande. Este escenario de Frank es una idea filosófica en la que proponemos que si una computadora se optimiza para su bien al final puede terminar dominando el mundo. Lo interesante es que en el final, o en el futuro de muchos trabajos, vamos a estar haciendo actividades que nos fueron dictadas por computadoras y que no sabremos ni siquiera por qué las hacemos. Es que hoy en día ya pasa esto, por ejemplo con los envíos de Amazon o con la economía geek, en la que la gente hace cosas que ciertos algoritmos les dicen hacer.

Hace poco estaba leyendo un cuento que plasmaba un mundo en el que el trabajo era dirigido por blockchain en el que no tenemos la menor idea de dónde vienen los trabajos ni la plata. Y uno ve esta economía híper geek llena de pequeñas tareas, que uno ni siquiera sabe si las está hacienda por un bien o son malas, porque son completamente anónimas. Entonces, simplemente estamos haciendo la tarea y a alguien se le paga para que nos tome una foto mientras hacemos la tarea. Además, en el futuro tendremos entrenamientos para diseñadores, en realidad en Alibaba ya pasa, tienen un equipo que solo se dedica a entrenar y mejorar, entrenar algoritmos visuales, o para generar más visuales. Por qué no, entonces, pensar que habrá algoritmos periodísticos y sí, creo que será más frecuente oír trabajos en los que se entrena y estudia. Para finalizar, creo que siempre existirán los trabajos. Siempre habrá algo que necesita que un humano esté involucrado, solos será distinto.

H: Sigamos con el juego: El niño que quería ser una mesa. Esta fábula me recordó mucho al cuento The Veldt escrito por Ray Bradbury.

S: Sí sé cuál es el cuento. Este se trata sobre alguien que quiere aumentarse para ser menos. Es decir, normalmente la gente piensa en su yo virtual y se imagina siendo un héroe, o que puede volar, o ser un gigante, y siempre es sobre ser más. Yo pensaba, ¿qué pasa si alguien quiere ser menos? Alguien que tan solo quiere quedarse quieto y disminuir su existencia en vez de aumentarla. Es que, ¿si saben? Los humanos siempre queremos aumentar y aumentar y aumentar, tal vez en algún momento de la vida lo único que querremos será ser más pequeños y tener menos. ¿Qué pasa si alguien quiere convertirse en una mesa? ¿Cuál es el proceso y cómo uno logra eso? Esa historia es muy introspectiva y triste, pero solo me di cuenta de eso cuando la terminamos de escribir. Es profunda y triste y para mí, al principio, debía ser chistosa. ¿Ustedes qué opinan?

Foto tomada de: https://www.vetroeditions.com/Everything-is-Someone

H: Tiene un poco de todo. Es triste, claro que sí, pero el final también es chistoso, porque lograron que el lector sienta empatía por ese niño que quiere ser una mesa. Es decir, tal vez la vida es más sencilla si en vez de aumentarnos nos disminuimos. Al final uno piensa eso y es interesante.

Sigamos con una de mis favoritas: La aspiradora que quería comprar una aspiradora.

S: Esta es sobre los objetos dándose cuenta de que pueden ser más de lo que son y, también, que si no tienen un propósito en la vida su función principal se pierde. Este es un escenario de transición, es decir: tenemos este mundo en el que tienes que delegar hasta tal punto que todo está hecho y ya no tienes que hacer nada. En realidad, ahora que lo pienso, es sobre objetos que empiezan a confundirse por ir más allá de lo que harían normalmente. Además, en el cuento la aspiradora se da cuenta de que tiene más cosas por dentro que también viven y entonces aparecen elementos dentro de la aspiradora que se preguntan cuál es su función y por qué existen. Es un poco oscura, pero al final es chistosa.

H: Nos gustaría saber por qué cree que es importante, en esta sociedad tan mediática que vive consumiendo información, hablar y escribir sobre estos temas del futuro.

S: En realidad mi trabajo ha ido cogiendo siempre este camino del diseño de futuros, no solo ahora que soy profesor, pero también cuando era estudiante. En mi vida es común cruzarme con personas que dan por sentado todo lo que se les ha dicho que irá a pasar y para mí esto siempre ha sido un problema. Por ejemplo, un amigo mío siempre me dice: “Google Plus va a pasar” y yo le pregunto: “¿Por qué tiene que pasar? ¿De verdad queremos tener eso?”. Siempre he sentido que a menos de que tengamos una actitud proactiva de cuestionar, y no hablo de política, o ser negativo, sino de tener una actitud crítica y no creer todo lo que nos dicen. Es importante dejar de creer todo lo que nos dicen y preguntarnos cosas. En últimas, tener una actitud que indaga y pregunta nos ayudará a entender mejor el mundo y a crear cosas nuevas y tener mejores ideas. Hoy en día todo está dado, nos dicen acá está este sistema, es increíble. Okey, pero, ¿me está escuchando todo el tiempo, o cuándo y cómo? ¿A dónde va esa información y qué hacen con ella? A la gente no le importa esto y en realidad debería importarnos mucho y nosotros, los diseñadores, deberíamos hablar de eso y preguntarnos todo esto. Entonces, sí: hacer preguntas es la clave. Es un poco como ser desesperante, y sentirse desesperado por todo lo que sucede.

H: Para terminar, ¿cuál es su capítulo favorito de Black Mirror?

S: El que más me impactó fue el primero. La verdad es que, hoy en día, prefiero un programa de la BBC que es como Black Mirror pero menos oscuro. No recuerdo su nombre.

Simone Rebaudengo diseña objetos reales y de ficción. Fue ganador del “Most Uncanny Award” en el “Robot Film Festival”. Dice que su ejemplo favorito de objetos del futuro es el inodoro de la película de Stanley Kubrick 2001: A Space Oddisey.

Esta entrevista fue realizada por Sebastián Londoño y Federico Baraya. Desde Háptica entrevistamos personas del mundo del diseño de servicios, diseño de futuros y legal service design que admiramos.